La cera moldeable es un material simple que tiene una gran variedad de
aplicaciones, desde tapones para los oídos y recipientes para quesos blandos
hasta para hacer velas suaves. La parafina, la cera que más comúnmente se puede
comprar es dura y frágil, mientras que la cera de abejas natural y las
variedades microcristalinas son suaves y un aditivo perfecto para crear una
cera moldeable.
EL
MOLDEO A LA CERA PERDIDA
El moldeo a la cera perdida es un procedimiento escultórico
de tradición muy antigua (por ejemplo, era habitual en la Grecia de los siglos
VI y V a. C.) que sirve para obtener figuras de metal (generalmente bronce) por medio de un molde. El cual se elabora a partir de un
prototipo tradicionalmente modelado en cera de abeja. Este modelo previo es rodeado de una gruesa capa de
material blando que se solidifica; una vez endurecido, se mete en un horno, que
derrite la cera de la figura de cera, saliendo ésta por unos orificios creados
al efecto (de ahí su denominación) y, en su lugar, se inyecta el metal fundido,
que adopta la forma exacta del modelo. Para extraer la pieza final es necesario
destruir el molde. Gracias a esta técnica de vaciado, es posible conseguir
figuras metálicas, sólidas y duraderas, con detalles que sería imposible lograr
por otros medios.
TRABAJO CON EL MODELO
Elaboración
de un modelo provisional de cera siguiendo el diseño que ha ideado el artista.
Durante esta preparación se explora y se experimenta hasta lograr expresar lo
que el escultor busca. Si la obra va a ser monumental, los modelos iniciales se
hacen a escala, para trabajar más cómodamente. La utilización de la cera se
debe a que su textura, dúctil y blanda, permite modelar con más facilidad, hacer
tanteos y añadir o quitar elementos con gran detallismo y provecho. Actualmente
existen otros materiales que pueden sustituir a la cera de abeja, como la
parafina, lagelatina, el látex o la silicona.
A
veces se realiza un paso intermedio para conseguir mayor perfección. Sobre el
modelo de cera (u otro material equivalente) se construye un molde bivalvo, a
partir de dos piezas de un material plástico que se endurezca sobre el modelo.
La mayoría de los moldes de esculturas pequeñas se hacen del yeso, pero se
pueden también hacer de fibra de vidrio o de otros materiales. Cuando el
material del molde fragua, se abre y se extrae el modelo de cera. El molde debe
ser prácticamente estanco, lo que obliga a fijarlo fuertemente con unos
ganchos, y, por un orificio, se vierte en su interior escayola líquida.
Endurecida
la escayola, la pieza se desmolda, obteniendo una reproducción en positivo
virtualmente idéntica al modelo de cera, pero la escayola permite apreciar
mejor el resultado real, corregir posibles errores y repasarlo con mayor
corrección (por medio de limado, esgrafiado o bruñido).
CREACIÓN DEL MOLDE
Sea
cual sea el proceso, una vez liberado el modelo final, va siendo rodeado o
forrado de algún material maleable pero que se endurezca poco a poco (ladrillo
molido, o escayola) y que sea refractario. Se van aplicando tantas capas como
sea necesario, para crear un molde hermético, de una sola pieza.
Únicamente
hay que colocar unos soportes de acero, a modo de puntas, que se claven en el
modelo blando del interior y que quedan fuertemente sujetos al molde exterior.
Igualmente
se abre un número variable de pequeños orificios, llamados bebederos, que se
consiguen colocando canutos de papel encerado, que comunican el interior con el
exterior. Además, está el orificio principal, en forma de embudo.
Cuando
se ha endurecido el molde definitivo, con sus bebederos y clavos, hay dos
posibilidades. Si la escultura va a ser pequeña, se puede verter directamente
el bronce fundido. Pero si la figura es monumental, la cantidad de bronce puede
ser excesiva, tanto por el coste económico, como por el peso resultante. Por
eso es conveniente conseguir que la forma sea hueca. ¿Cómo se consigue eso?
En
primer lugar se vierte por el orificio principal una pequeña cantidad de cera
que quede adherida a las paredes del molde cubriendo por completo su superficie
interna; se pueden verter varias capas de cera, para obtener un mayor grosor de
la futura capa de bronce. El interior sigue quedando vacío y se rellena con una
sustancia que va a actuar de “macho”: una solución de ladrillo poroso molido y
escayola, por lo que al endurecer queda un alma ligera pero maciza y
resistente, sujeta por los clavos que tiene el molde, de modo que no se mueve y
no deforma la cera.
Ahora
ya se puede llevar el molde, convertido en un bloque sólido y resistente, al
horno de fundición o “mufla”.
PROCESO DE FUNDICIÓN
Al
introducir el molde en la mufla (en posición invertida), la cera se derrite y
sale por los bebederos o por el orificio principal, pero el macho queda fijado
por los clavos manteniendo la misma separación y disposición y dejando un hueco
homogéneo entre el alma y el molde. Ese hueco es el que será rellenado por el
bronce licuado, al ser vertido por el orificio principal. El bronce debe
rebosar por los bebederos, que facilitan la salida de aire, asegurándose de que
no queden burbujas, ni restos de cera o escayola. El proceso puede llegar a
durar desde decenas horas a varios días, dependiendo del tamaño de la figura.
DESMOLDADO Y ACABADO
Una
vez enfriados el bronce y el bloque macizo, se procede al desmoldado, que sólo
puede hacerse destruyendo el bloque (puesto que éste es de una sola pieza y no
es posible abrirlo sin romperlo). La figura aislada resultante es textura
áspera, porosa y seguramente tenga imperfecciones, junto con los restos de los
bebederos. Es necesario que el artista corte los bebederos, lime, pulimente y
abrillante la superficie (y, si hay huecos hechos por burbujas, se rellenarían
con metal fundido y se limarían), hasta lustrar el metal. En la actualidad es
común usar arena muy fina proyectada a gran velocidad para el acabado.